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  • Foto del escritorEl Pacto EP

Jorge: el tío hermoso



Aunque apenas tenía 3 años y medio aún tengo el destellante e instántaneo recuerdo cuando en mi Carora natal escuché los gritos de mi madre y mi padre que me despertaron, salí del cuarto a la sala de la casa, estaban ellos llorando desesperados; mi papá hablaba por teléfono muy afectado vistiéndose rápido para salir en su camioneta a buscar a la abuela Eloína pa’ llevársela a Caracas; con los años, supe que esa escena fue el 25 de Julio de 1976, ése día habían asesinado a Jorge Rodríguez.

Ya en los 80’s, estudiando primaria, tenía una rara manía de ir al “cuarto de los peroles” de la casa, sacaba los palos a los cepillos de barrer e iba al solar a jugar al guerrillero, en aquel cuarto papá tenía una cartelera que cuidaba mucho y yo curioso como todo niño, me ponía a ver y leer todo lo que ahí se exponía, habían recortes de periódicos, reportajes de revistas, fotografías, postales y hasta un autógrafo de un tal “Alí Primera”, fue gracias a ésa cartelera que conocí al “Tío Jorge”; habían fotos de él con boina roja levantando el puño izquierdo liderizando una huelga petrolera, otras, preso entre rejas, varias dando discursos, portadas de un periódico con el nombre de “Basirruque”, documentos de algo llamado “Organización de Revolucionarios”, un logotipo de un hombre alzando el puño izquierdo con una estrella roja de fondo, que decía: “Liga Socialista”, luego supe que al hombre del logo le llamaban “el arrechito”; habían postales europeas dedicadas a la abuela Eloína, fotos de tío Jorge con su familia, fotos de un tal primo “Jorgito”, también dando un discurso con boina roja, recortes de titulares de prensa nacional que hablaban de un tal “Niehous” con dos tipos enmascarados y armados a su lado, una revista “Bohemia” con la imágen del tío Jorge dentro de una urna, hinchado, con algodones en sus fosas nasales y un libro que decía: “El pensamiento de Jorge Rodríguez”; yo revisaba esa cartelera todas las tardes, ese tío no se parecía en nada a mis demás tíos, era todo un misterio; mamá nunca decía nada, papá contaba algunas cosas dispersas, entre ellas que tío Jorge cuando iba a Carora se quedaba en nuestra casa y pasaba las noches escribiendo mucho en su máquina portátil.

Juntaba pistas cuando acompañaba a mí mamá a llevarle comida su mamá Eloína Rodríguez a “la Guzmana”, nombre del barrio caroreño donde vivía, la abuela era súper cariñosa, tenía su casa llena de fotos del tío Jorge; recuerdo que mamá siempre terminaba “arrecha” porque la abuela Eloína repartía la comida entre sus vecinos del barrio, era una socialista nata. Cuando le preguntaba por el tío Jorge siempre me decía: “me lo mataron los adecos, lo mandó a matar Carlos Andrés”, ya comenzaba a saber quienes lo habían asesinado, aún faltaba el por qué.

Durante el bachillerato comencé a manifestar interés por ser periodista, desde niño me apasionaba ser comunicador social y estudiar en la lejana y complicada Caracas, ya el nombre de la carrera sonaba mágico, en ésos tiempos ser periodista era una profesión no muy rentable y en Carora era considerada para “medios hombres”, así que era común escuchar de mi abuelo y tíos paternos “¿quieres ser periodista?, a tí como que te van a matar como a tu tío Jorge, como un pendejo...”; con los años comprendí que los “pendejos” no mueren así; al culminar el bachillerato cambié de opción, más por pasión que por convicción, desistí de estudiar periodismo en Caracas, elegí por el canto, consideré en ese momento que era una forma más sublime de ser comunicador social y así me fui hasta Barquisimeto donde ya contaba con aliados musicales para fundar mí banda “El Pacto”, paralelamente comienzo estudios universitarios de ecología y por medio de una compañera de estudio conocí en el Teatro Juáres de la ciudad crepuscular a mi compadre Robert Galbán, ambos militaban en una organización llamada “Unión de Jóvenes Revolucionarios” (UJR), ella, como pa’ “darme estatus” me presenta como el sobrino de Jorge Rodríguez, a lo que Robert responde: “...chamo si eres sobrino de Jorge Rodríguez ¿por qué eres así?”, él cantaba en una banda de rock-metal comunista y yo en una banda pop, así que la vaina fue como un reto, me dije: debo ser como el tío Jorge; así comienzo la militancia en la izquierda universitaria, mi canto comenzaba a tener sentido y razón, ahora comprendía, era frecuente ir a Caracas específicamente a la UCV para participar en los congresos estudiantíles revolucionarios, en aquellos viajes era religioso par mí llegar hasta “tierra de nadie” una área común insigne de la “alma mater” para leer una placa que allí estaba dedicada al tío Jorge, rendirle cuentas era un compromiso de conciencia.

En Carora junto a mí familia materna comenzamos a organizar año tras año los actos en homenaje a Jorge Rodríguez cada 25 de Julio en “la Guzmana”, con pocos recursos, en un camión y con un sonido pequeño; se convirtió en un ritual anual, el modesto evento se aprovechaba para hacer pequeñas reuniones de la “Liga Socialista” con las y los militantes de distintas partes del país que participaban; en ésos años el socialismo era un sueño casi imposible, pero allí estaba el tío Jorge, con su presencia invisible y tangible, ayudándonos a seguir con pequeños y significativos pasos; por aquellos años conocí a Fernando Soto Rojas con quien luego compartí un programa de radio en Carora, conocí también a Nora Castañeda y a otrxs militantes de la liga socialista que habían sido sus compañerxs y me fueron contando sobre el Jorge “camarada” que quería conocer.

Al llegar Chávez a la presidencia y la revolución al gobierno, la figura de Jorge comienza a ser más conocida, el comandante lo reinvindica a nivel mediático, sus hijos Jorgito y Delcy como dirigentes de la revolución bolivariana provocan que su figura y ejemplo se volviése más relevante, influyente y conocido, entonces, guardé discreción con mi condición de sobrino del tío Jorge, quizás porque temía que cualquier conquista y/ó avance que pudiése lograr fuese asociado al nexo familiar, entonces mi compromiso de conciencia basado en el ejemplo del tío Jorge se convirtió en un apostolado, en una guía interior, en fuego sagrado, ternura y combatividad. En éstos últimos años, los más complejos, feroces y difíciles que atravesamos junto a nuestra revolución es cuando la historia le dá más razón aún y a su grito de guerra: “El socialismo, se conquista peleando”, el camino largo y culebrero que hemos atravesado no hace más que confirmarlo, confieso que me gusta recordarlo en su cumpleaños cada 16 de Febrero y evitar la cuenta de cada 25 de Julio, pero comprendo que para saber quien es Jorge Rodriguez hay que entender quienes y por qué lo asesinaron; por eso hoy, a 44 años de su cobarde asesinato, entre la rabia y la ternura, con flores rojas y puño en alto, recuerdo que los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos, que su vida le dió sentido a la mía “y quiero que me perdonen por éste día los muertos de mí felicidad”; Tío Jorge, vives en cada lucha cotidiana, en cada obstáculo superado, en cada sueño con serpientes, en cada canción que canto estás tú Jorge, el tío raro, loco, hermoso.


Gabriel Rodríguez

@elpactoep - 25/07/2020

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